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Satania y Gabriel; el amor es como un imán; los opuestos se atraen.

CapCapGun

Idol
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24 Dic 2020
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Era un día cualquiera en el hogar de nuestra protagonista, Gabriel. Gabriel, como de costumbre, estaba en su habitación (muy desordenada y sucia, por cierto), utilizando el PC y comiendo basura. En un momento, alguien toca la puerta.

-Permiso... Ugh... ¿Qué no te había dicho que ordenaras este cuchitril? -dijo Vignette, con un tono de disgusto-.
-Sí, si, en un momento. -replicó Gabriel, con una voz que pareciera no tomarle importancia a lo que su compañera le decía-.
-Siempre me dices lo mismo... O-oye, ¿qué e-es eso? -mencionó Vignette, mirando al piso y con susto-
-¿Qué cosa?
-E-es... ¡ES UNA CUCARACHA! -Gritó Vignette-
-Oh, eso, es Sudaca-san, mi nuevo amigo.
-¿S-sudaca-san?
-Sí. Él me enseñó de cómo Chávez no hizo nada malo.
-¡QUIERO QUE LA SAQUES AHORA!
-Pero...
-No te preocupes, querida, en este mismo instante me retiro de este agradable y reconfortante espacio -dijo la Sudaca-san, con un tono muy relajado-.
Posterior a eso, Sudaca-san se fue por la puerta de la habitación de Gabriel, y luego, se dirigió a la salida del departamento.
-No sé qué demonios decirte... -dijo Vignette, perpleja-
-Como sea, ¿qué quieres?
-Ah, sí. Mira, esta tarde cenaremos con nuestras amigas. Me reuniré con Raphiel e iremos de compras al mercado. Satania debería llegar en unas horas.
-Está bien, ¿algo más, cielo? -dijo Gabriel, con un tono de sarcasmo-.
-Sí, ponte unos malditos pantalones, por el amor de Dios.
-Qué irónico que hables de Dios, siendo tú un demonio.
-¿Qué?
-Nada.
-En fin, ya me voy. Trata bien a Satania cuando llegué.
-Sí, sí, adiós.
Poco después de eso, Vignette se retiró de la habitación de Gabriel y posteriormente salió del departamento.

Gabriel volvió a lo suyo. Mientras Gabriel navegaba por Internet, se dio cuenta que ya no le quedaba comida y solo había envoltorios por todas partes. Con gran fatiga, se levantó y fue a la cocina, posterior a eso, volvió a la cama y abrió un paquete de galletas. Comió unas tres, pero de repente, un sueño inmenso se apoderó de ella, dejándola con muchas ganas de dormir, y así fue. Pasaron las horas, hasta que se escuchaban los ruidos de un timbre. Esos molestos ruidos despertaron a Gabriel.

-¿Quién demonios es?, si es una de esos testigos de Jehová, haré que celebren sus cumpleaños hoy mismo...
-¡HEY!, ¿¡HAY ALGUIEN AHÍ!?
Por la irritante voz, Gabriel reconoció en nanosegundos de quién se trataba.
-Oh, es cierto... Satania...
De manera muy perezosa, se levantó de su cama y fue hacía la puerta principal.
-¡Vaya, vaya!, miren quién es... ¡MI ARCHIENEM...
-Pasa. -dijo Gabriel, con un tono plano y seco-
-Ugh... ¡Sí, claro!
-¿Qué llevas ahí?
-¿Ah?, ¿esto?, es algo que me pidió Vignette.
-Oh, está bien...
-Y dime, qu-... un momento...
Satania notó algo peculiar en Gabriel.
-G-Gabriel, ¿¡POR QUÉ NO ESTÁS LLEVANDO PANTALONES!?
-¿Tú igual?
-¿E-eh? ... Como sea, ¡no debes estar así!
-Por qué no
-S-somos chicas y... y... tenemos que cuidar... tapar...
Satania se había puesto roja. Gabriel se le acercó.
-¿Qué te pasa?
Gabriel tocó la frente de Satania.
-Estás caliente, ¿por qué no te quitas esa camisa?
-¿Q-QU-QUÉ?
Gabriel solo tomó a Satania y le quitó lentamente su delgada camisa
-G-Gabriel, n-no... no sabía que sentías esto por mí.
Gabriel solo le sonríe.
-Quédate ahí, tengo que ir a mi habitación -dijo Gabriel, con un tono dulce-
-E-está bien...
Mientras gabriel fue a su habitación, Satania comenzó a tocarse las piernas.
-¿De verdad lo hará? -pensó Satania-
Luego de eso, Gabriel vuelve con una escopeta recortada.
-Muere, comunista.
-¿¡EH!? -dijo asombrada, Satania-
-Tiene el cabello rojo y tienes una personalidad horrible, obviamente eres comunista, y los odio.
-¿¡PERO DE QUE HABLAS, GABRIEL!?
-Hablo de verdades, Satania, verdades. Adiós, fue un disgusto enorme conocerte.
-¡¡¡NOOOOO!!!
Sin más dilación, Gabriel comenzó a disparar en el torso de Satania. A las pocas horas, llegaron Vignette y Raphiel
-¿QUÉ ES ESO?
-Satania -replicó Gabriel, mientras fumaba un cigarro-, ¿quieren un poco?
-¡Encantada! -dijo Raphiel, con un tono de emoción-
-Muy bien, encenderé el horno.
-Bueno, supongo que sabrá bien -dijo Vignette-, bien hecho, Gabriel, esta vez me sorprendiste.
-Lo sé, lo sé. Ahora apresurense, tengo hambre.
-¡Sí! -dijeron Vignette y Raphiel al mismo tiempo-
Fin.​
 
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